“Hay una onda que está buena, el programa con los años fue transformándose y cambiando porque la sociedad fue cambiando”, señala el ingeniero agrónomo. De hecho, hoy la bajada de línea del Instituto es “acercar las herramientas a la gente para que puedan ejercer el derecho de producir su alimento”.
Respetar ciertas alturas, tener en cuenta la inercia térmica, la dirección del viento y elegir los materiales más adecuados son las primeras recomendaciones que surgen de los talleres. “Si uno lo hace para su casa no pasa nada porque no vivís de eso y verdura vas a tener siempre”, detalla Gea.
“No necesito un terreno de 20 x 10, hacelo en la ventana de tu casa pero arrancá”. De hecho asegura que lo más difícil “es poner el auto en marcha, tomar la decisión, después a manejar aprendemos todos”.
Arrancar por lo más simple es la primer recomendación: perejil, lechuga, acelga; “las verduras de hoja no fallan”, apunta. Achicoria, rabanito, son cosas simples de hacer y salen rápido.
¿Por qué no volver a la tierra? Los hijos de antiguos pobladores cuentan que sus padres tenían huertas hace muchos años en este mismo lugar. El camión venia una vez cada seis meses, y para poder comer lechuga y verduras frescas tenían que tener huerta.
“Una huerta no te salva, pero ayuda en la canasta seguro, y más ayuda en la salud porque estas comiendo algo que lo cortas y lo comes, y si además lo haces orgánico libre de pesticidas, el valor nutricional que tiene eso es 100 veces mayor a lo que compras en el supermercado que es una planta cortada hace cinco días que viene de otra provincia”, afirma Gea.
Libro Recomendado: Mi casa, mi huerta
Disponible para descargar gratis de la página del Inta, esta publicación presenta diversas tecnologías productivas, implementadas por huerteros urbanos, escuelas y diferentes instituciones. Asimismo, ofrece técnicas innovadoras de cultivo de hortalizas y aromáticas, que permiten reciclar múltiples recipientes y aprovechar patios, balcones y terrazas.
“La publicación te muestra ejemplos de huertas que ha hecho la gente dándose maña con tarritos, caños, bloques, cajones, pallets, huertas verticales, canastos. Todo el mundo sueña con el invernadero, pero no hay que limitarse”, cierra Paulo Gea.
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