Tal vez viajar sea una forma de olvidarse de uno mismo. Armar una valija con una porción de nuestras cosas, partir hacia un lugar que será nuevo de una u otra forma, hallar un tiempo de ociosa felicidad. Las vacaciones cortan las amarras que sujetan al cuerpo al hacer productivo. Entonces, pueden parecerse a la auténtica libertad.
Con la llegada del Estado moderno las vacaciones comenzaron a incorporar más y más participantes, dejando de ser un privilegio de las elites de los siglos XIX y XX hasta convertir al turismo en el segundo sector de mayor crecimiento de la economía mundial del siglo XXI, solo detrás de la producción de manufacturas.
A pesar de que hoy bajo las sombrillas el bronceador compite con el alcohol en gel y de que se pasea por las serranías con tapabocas, “irse de vacaciones”, “hacerse una escapada” o simplemente “rajarse unos días algún lado” sigue siendo tan indispensable como la mejor vacuna.
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