Hambre real y hambre emocional

Comer en forma continua pequeñas cantidades de dulces, hidratos de carbono y grasa, y levantarse a medianoche para hurgar en la heladera son algunos de los actos que los especialistas constituyen el «hambre emocional», un concepto que caracteriza la conducta de las personas recurren a la comida como vía de escape ante una situación de estrés emocional.

«El primero -agregó- es un proceso fisiológico que aparece lentamente y, luego de comer, desaparece. El segundo, en cambio, aparece de manera brusca y, en general, es selectivo hacia alimentos ricos en azúcar, hidratos de carbono y grasas. Es un proceso mental y emocional».

«Si antes se aludía al apetito y se lo relacionaba con ciertos disparadores o ‘gatillos’, como la alegría o la tristeza, es a partir de esta clasificación de las obesidades que empezó a hablarse de los comportamientos alimentarios. Estos son: el comportamiento hiperfágico, cuando no podemos dejar de comer; el comportamiento hedónico, relacionado con el placer; y el hambre emocional, asociado al estrés y a las emociones», argumentó Oliva.

Según la médica psiquiatra y terapeuta Juana Poulisis, «cuando buscamos calmar nuestra ansiedad a través de ciertas comidas, éstas funcionan como un regulador, que amortigua y anestesia las sensaciones de angustia y vacío, pero a corto plazo.»

«Cuando en consultorio, las y los nutricionistas, analizamos la conducta alimentaria de nuestros pacientes, exploramos los ‘gatillos’ que desataron esos comportamientos desordenados y, muchas veces, los derivamos a psicoterapia, entendiendo que solo desde el afrontamiento de alguna situación emocional en particular, será posible ayudar a regular tal comportamiento alimentario», sostuvo Oliva.

Fuente: TELAM

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